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Lic. Clelia Reboredo

Los TEA y el ”Cerebro Social”


Las primeras manifestaciones del niño con TEA parecen indicar que los sistemas del cerebro que se ocupan del desarrollo socio-comunicativo se ven afectados. Estudios científicos demuestran que estos niños pasan menos tiempo mirando personas y que, por lo tanto, tienden a responder menos cuando son llamados por su nombre o se los invita a participar de una actividad. Sabemos también que los primeros años de vida son de gran importancia, ya que es la época de mayor plasticidad cerebral.

Esto significa que la intervención temprana se presenta como un gran desafío para aprovechar dicha plasticidad, a fin de disminuir el impacto que dichas características tendrán en su vida cotidiana. Por lo dicho hasta aquí, es importante saber cómo funciona el “cerebro social” para poder diseñar modelos de intervención tempranos y adecuados que favorezcan el desarrollo del niño con autismo.

Sabemos que la red social del cerebro está compuesta por estructuras, activamente involucradas en los procesos que incluyen: la información social, las emociones y la conducta social. Estas áreas del cerebro se activan como respuesta a estímulos sociales, y si alguna de ellas sufriera alguna alteración, la consecuencia sería una conducta social atípica. Algunas de ellas se especializan por ejemplo en la percepción facial y son sumamente importantes a la hora de interpretar o detectar información social. Tomemos por ejemplo a la amígdala: una de sus funciones es la asignación de valores emocionales, ya sean positivos como negativos, a los distintos estímulos. ¿Qué pasaría si un niño les adjudicara a todos los estímulos el mismo valor emocional? ¿O si por ejemplo ciertos estímulos tuvieran un valor que se les ha adjudicado previamente? Este niño en lugar de enfocar su atención en la información relevante de un contexto (como por ejemplo las personas) pasaría de un estímulo a otro, o se quedaría fijado en estímulos irrelevantes (como una rama, un movimiento, un sonido lejano, etc.) Cuando nos relacionamos con otras personas, constantemente evaluamos cómo responden y ajustamos en consecuencia nuestra conducta. Si el área prefrontal que se ocupa de esa tarea no funcionase adecuadamente, nos volveríamos insensibles a las necesidades de los demás y tenderíamos a insistir en los temas o actividades que nos interesan. Aunque sabemos que el autismo tiene muchas causas, que incluyen tanto factores genéticos como ambientales, cada una de ellas influye en las principales áreas del cerebro involucradas en el desarrollo social y comunicativo. Y a pesar de que aún no se ha encontrado un marcador biológico común, sí se han encontrado algunas diferencias respecto al cerebro con desarrollo típico. Las investigaciones actuales han demostrado que algunas de las áreas afectadas en el autismo son: el cerebelo (atención y conducta motriz), algunas partes del lóbulo temporal (lenguaje y percepción social), la corteza prefrontal (atención, planificación, pensamiento abstracto y conducta social) y la amígdala (emociones positivas y negativas). Fragmento del libro "Guía Práctica para el Desarrollo de la Comunicación Social"

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